Dice Fernando Benitez que toda ciudad monacal tiene sus demonios, pero los demonios de la Ciudad de México en la segunda mitad del siglo XVII, se revelaron mucho más sagacesy vengativos que los conocidos en Loudun. Su autor considera este libro como la continuación de Los primeros mexicanos: es decir, los hijos de los conquistadores eran caballeros que trataron de crear un reino independiente y fueron eliminados por misericordia. Un siglo después ya no eran caballeros, sino gente de la Iglesia y,por lo tanto, activos participantes del poder colonial.