ROJO COMO LA CABEZA DE UN FÓSFORO

"Como con la poesía de Heberto Padilla y la de Reinaldo Arenas, con la de Carmelo Chillida me he sentido también 'peligrosamente' advertida, con esa prevención nauseabunda que produce el miedo, presentida, o sea vigilada, concernida reitero, por señalada. Su poesía es un canto revivido y padecido en lo más hondo. Cada verso es un alarido del insomne en medio de la oscuridad, que no sabe cuándo lo vendrán a buscar para detenerlo, interrogarlo violentamente, y torturarlo hasta la última fatiga, la muerte, en una oscura celda; o cuándo lo empujarán al exilio, o al fin. (...) He leído y releído, muy concernida, los poemas de Carmelo Chillida, con el espanto que produce la angustia y la incomprensión tristemente compartidas. Son poemas sinceros, cada palabra despierta a la verdad, a la realidad venezolana, y a la suya, individual. Hallada, como lectora y deudora, frente a otro poeta 'peligroso'".
Zoé Valdés