En 1876, Francia decidió darle a Estados Unidos un regalo enorme y muy especial: la Estatua de la Libertad. El motivo era conmemorar el Centenario del nacimiento del país, y empacar semejante regalo no fue una tarea fácil. Se necesitaron 214 cajas para enviar las 350 piezas de la estatua a través del océano.
La historia de cómo llegó la dama de 111 pies al lugar que hoy ocupa en Nueva York despertará la fascinación de los lectores.