Pasaban en silencio nuestros dioses es la tercera y última etapa de una trilogía que comenzó con los relatos de No todos los hombres son románticos y los poemas de Canciones para los que se han separado. El escritor ajusta las cuentas principales con los amores y los horrores de su tiempo. Nos encontramos en la ciudad de México en los años setenta: el feminismo, la militancia, los cabarets, las drogas, las comunas, la sexualidad como verdadera vía de conocimiento, y José Revueltas como arcángel utópico. No por ello hay crónica, arenga, sociología o nostalgia en la escritura de Manjarrez. Lo épico, lo trágico, lo ridículo y lo personal tienen, al parecer, exactamente la misma dignidad.