La historia de un viejecito que creó una máquina para fabricar besos, y de cómo con un pocode cariño se puede transformar a las personas.
Cornelius era un hombre que no había conocido el amor. Triste y solo, se dedicaba a inventar cosas: Semillas voladoras, rastrillos que no funcionaban, ruedecitas de flores, etc.
Pero un día, con un poco de cuerda, unos clavos y papel, ¡Cornelius inventó una máquina para fabricar besos!