Hombres y mujeres que con su vida ordinaria han conseguido cosas extraordinarias. La vida de los primeros cristianos interesa. Nos atrae. Posiblemente porque nos hace pensar en los comienzos, cuando todo era nuevo, la iglesia era joven y todo estaba estrenándose.
El cristiano necesita conocer los orígenes de su fe y de la Iglesia. No podemos perder ese tesoro maravilloso, nuestras señas de identidad. Si somos cristianos hoy, se lo debemos a ellos. El ejemplo de su vida: ahí estuvo el secreto de su éxito. No se dedicaron a predicar, no tenían una estrategia de actuación sociológica. Vivían con naturalidad la fe en cada minuto y eso hizo que sus vidas atrajeran como un imán.
La fuerza del buen ejemplo es tal que, si de verdad fuéramos coherentes los cristianos, nuestra vida llevaría a los demás a convertirse. Los textos que se presentan en este libro pretenden dar a conocer la vida de los primeros cristianos a las mujeres y hombres de hoy: hacer presente el espíritu que vivieron, tal como ellos mismos lo han contado.