Compuesta de migraciones, desarraigos, violencias simbólicas y muy reales - en deuda con la Segunda Guerra Mundial-, esta fábula registra diversas soledades que confluirán en una intimidad evanescente, movilizada por un deseo y una nostalgia anclados en el presente fervor de la voz narrativa. El enigma de Henri Wozniak y Zofianka, sin embargo, nos depara también destellos de ironía - sabio distanciamiento con respecto al desborde afectivo- y experiencias que rozan encuentros entre carnes vitales oportunamente evocados. Una novela que revela a Raquel Abend van Dalen como una voz a tomarse en cuenta en la narrativa venezolana.