…Pero la narración oral difiere de la escrita, los cuentos dichos para entretener o dormir a los hijos o nietos, no son iguales a las literarias, para estas hay que trabajar con oficio de orfebre, lo cual no significa rebuscar palabras y engarzarlas unas con otras de forma ingeniosa. Cuando se escribe para niños debe primar la sencillez, como dicen los especialistas: la receta es emplear palabras corrientes para decir cosas extraordinarias. Este don lo posee Gioconda Carralero Dominicis, cuando describe la nueva aventura de Naye, quien cae desde su actualidad, en una casa lejana al lugar donde se desarrolla su aventura. Aunque no lo menciona explícitamente, la niña se encuentra en otro país en otra dimensión del desarrollo, y «cae» en los campos cubanos donde crecen casi silvestres los ricos mangos, ciruelas, caimitos y nísperos de nuestra niñez, perdidos tras los desastres naturales y humanos en la tierra cubana... Lic Margarita Polo Viamontes Publicaciones Entre Líneas