Su padre había iniciado el camino, pero fue traicionado. Él, sin embargo, se refugió en la costa, lejos de los clanes; sólo deseaba embarcar hacia las verdes islas del norte y seguir los pasos de las antiguas leyendas.
Pero su pueblo agonizaba, esclavizado en la mayor mina de oro de la todopoderosa Roma.
Una bruja de la Orden lo fue a buscar. Una joven destinada a liderar a los hombres lo creyó posible.
Y, entre los lujos de Roma, ahogado en vino, ahogado entre sus excesos, Nerón clamó venganza y aulló por la conquista absoluta. Nunca antes se reunieron tal número de legiones. La consigna era matar a cualquiera capaz de sostener un arma.
Y fue entonces cuando el linaje y la herencia lo obligaron a luchar. Sólo había una salida: terminar lo que su padre había empezado. Rebelarse. Juntos plantarían cara al imperio más poderoso de todos los tiempos.
Niske unió a los clanes. Y, al fin, Breo desafió a Roma.