En forma de una memoria, Enrique del Risco nos presenta en Siempre nos quedará Madrid los pormenores de la salida de su isla natal, Cuba, y su experiencia como inmigrante en la Madrid del noventa y cinco. Con mucho humor, pero al mismo tiempo con una profunda carga reflexiva, Del Risco nos invita a lo largo de estas páginas a vivir con él, a recorrer los escondrijos de su tiempo pasado, presente, y futuro, mientras que nos muestra qué significa nacer después de haber creído vivir.